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1 ¡Escucha la palabra del Señor, pueblo de Israel, porque el Señor tiene una acusación contra los habitantes de la tierra! “No hay fidelidad, lealtad ni conocimiento de Dios en la tierra.
2 Por el contrario, solo hay maldiciones, mentiras, asesinatos, robos y adulterio. Cometen actos violentos y hay gran derramamiento de sangre.
3 Por causa de esto, la tierra se seca, y todos los que viven en ella se consumen, así como los animales del campo y las aves del cielo, y los peces del mar. Todos están muriendo.
4 Pero nadie debe culpar a otro. Mi disputa es con ustedes, los sacerdotes, pues ustedes son los responsables.
5 Por ello ustedes tropezarán a plena luz del día, y el profeta tropezará igual que ustedes por la noche, y yo destruiré a la madre de todos ustedes.
6 “Mi pueblo está muriendo porque no me conoce. Y como se niegan a conocerme, yo los aborrezco a ustedes como mis sacerdotes. Así como han olvidado mis enseñanzas, yo me olvidaré de sus hijos.
7 Cuantos más había, tanto más pecaban contra mí. Por lo tanto yo transformaré su gloria en vergüenza.
8 Ellos se alimentaban del pecado de mi pueblo, y estaban hambrientos de su inmoralidad.
9 Por lo tanto, al pueblo le ocurrirá lo mismo que a los sacerdotes: Los castigaré por lo que han hecho, y les pagaré por sus acciones.
10 Comerán, pero no se sentirán saciados; se entregarán a la prostitución, pero no prosperarán porque han abandonado al Señor para prostituirse con otros dioses.
11 Ellos destruyen sus mentes con el vino viejo y el vino nuevo.
12 “Mi pueblo pide consejo a sus ídolos de madera y sus cetros de adivinación les dan respuestas, ya que un espíritu de prostitución los lleva a la perdición. Así, prostituyéndose, han abandonado a su Dios.
13 Ofrecen sacrificios en lo alto de las montañas; queman incienso en las colinas bajo la apacible sombra de los árboles de roble, álamo y pistacho. Por eso tus hijas se han prostituido y tus nueras se han vuelto adúlteras.
14 No castigaré a tus hijas por prostituirse, ni a tus nueras por su adulterio, porque ustedes los hombres visitan rameras y hacen sacrificios con las prostitutas del templo. Un pueblo con falta de entendimiento termina en el desastre.
15 “Aunque tú, Israel, te has vuelto una prostituta, espero que Judá, no cometa la misma ofensa, y entre a Guilgal, ni vaya a Bet-Aven, ni jure diciendo: ‘el Señor vive’.
16 Si Israel se comporta como una vaca rebelde, ¿cómo podría el Señor cuidar de Israel como un cordero en una gran pradera?
17 Efraín está encantado por ídolos, así que déjenlo en paz!
18 Cuando los líderes dejan de beber, se van y buscan prostitutas para acostarse con ellas. Se complacen más en sus actos inmorales que en el honor.
19 Pero un viento se los llevará, y serán avergonzados por su adoración pagana”.