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Un Salmo de David. Un Salmo para la dedicación del Templo.
Quiero decirle a todos cuán bueno eres, Señor, porque me salvaste, y no dejaste que mis enemigos triunfaran sobre mí.
Señor, mi Dios, te pedí ayuda, y me has sanado.
Señor, me rescataste de la tumba, me trajiste de vuelta a la vida, salvándome de ir al hoyo de la muerte.
¡Tú que confías en el Señor, canta alabanzas a él, agradece por su santo carácter!
Porque su furia solo dura un momento, pero su favor dura toda la vida. Puedes pasar la noche llorando, pero la felicidad viene con la mañana.
Cuando las cosas iban bien dije, “¡Nada me hará temblar!”
Señor, cuando me mostraste tu favor permanecí tan fuerte como una montaña. Pero cuando te apartaste de mí estaba aterrorizado.
Clamé a ti por ayuda. Le pedí ayuda al señor, diciendo:
¿Qué podrías ganar si yo muero, si me hundo en el hoyo de la muerte? ¿Podrá el polvo alabarte? ¿Podrá hablar de ti?
10 Por favor escúchame, Señor, ¡Y ten misericordia de mi! Señor, eres el único que me ayuda.
11 Has convertido mi llanto en danza. Has quitado mis vestiduras de cilicio* y me has vestido de felicidad,
12 para que cante alabanzas a ti y no me quede callado. Señor mi Dios, ¡Te agradeceré por siempre!
* 30:11 Vestir cilicio era una forma de llevar luto.