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Al director del coro. Sobre los Geteos. Salmo de los hijos de Coré
¡Cuán maravillosas son tus moradas, oh Yavé de las huestes!
Mi alma anhela
Y aun desea ardientemente los patios de Yavé.
Mi corazón y mi carne cantan con gozo al ʼElohim vivo.
 
Aun el pajarillo halla casa,
Y la golondrina nido para ella donde colocar sus polluelos.
Cerca de tus altares, oh Yavé de las huestes, Rey mío y ʼElohim mío.
¡Inmensamente felices son los que moran en tu Casa!
Perpetuamente te alaban. Selah
 
¡Inmensamente feliz es el hombre que tiene en Ti su fuerza,
En cuyo corazón están tus caminos!
Al atravesar el Valle de Lágrimas, hacen en él un estanque.
La lluvia temprana también lo cubre con bendiciones.
Irán de poder en poder.
Cada uno aparece ante ʼElohim en Sion.
 
Oh Yavé, ʼElohim de las huestes, escucha mi oración.
Presta oído, oh ʼElohim de Jacob. Selah
Mira, oh ʼElohim, Escudo nuestro.
Mira el rostro de tu ungido.
 
10 Pues mejor es un día en sus patios que 1.000 fuera de ellos.
Prefiero estar en la puerta de la Casa de mi ʼElohim,
Que vivir en las tiendas de perversidad.
11 Porque Sol y Escudo es Yavé ʼElohim,
Gracia y gloria da Yavé.
No retendrá el bien a los que andan en integridad.
 
12 ¡Oh Yavé de las huestes, cuán feliz es el hombre que confía en Ti!