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Al director del coro. Salmo de David
En Ti, oh Yavé, me refugié.
No sea yo avergonzado jamás.
Líbrame en tu justicia.
Inclina tu oído a mí y rescátame pronto.
 
¡Sé Tú mi Roca fuerte, mi Fortaleza para salvarme!
Porque Tú eres mi Roca y mi Fortaleza,
Por amor a tu Nombre
Me guías y me encaminas.
 
¡Sácame de la red que me tendieron,
Porque Tú eres mi Refugio!
En tu mano encomiendo mi espíritu.
Tú, oh Yavé, ʼElohim me redimiste de verdad.
 
Aborrezco a los que confían en ídolos vanos,
Pero confío en Yavé.
Me regocijaré y me alegraré en tu misericordia,
Porque viste mi aflicción,
Conociste las angustias de mi alma,
No me entregaste en mano del enemigo,
Pusiste mis pies en lugar amplio.
 
Ten misericordia de mí, oh Yavé, porque estoy en angustia.
Mis ojos, mi alma y mis órganos internos se debilitaron por la angustia.
10 Porque mi vida se agotó de tristeza, y mis años de suspirar.
A causa de mi iniquidad mi vigor decayó
Y se consumen mis huesos.
 
11 Soy objeto de oprobio para todos mis adversarios,
Y para mis vecinos, objeto de horror,
Y de horror para mis conocidos.
Los que me ven en la calle huyen de .
 
12 Fui olvidado de sus corazones como un muerto.
Soy como un vaso quebrado.
13 Oigo la calumnia de muchos.
El terror me asalta por todas partes
Mientras conspiran unidos contra
Y traman quitarme la vida.
 
14 Pero en Ti, oh Yavé, fijé mi confianza.
Digo: Tú eres mi ʼElohim.
15 En tu mano están mis tiempos.
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
16 Resplandezca tu rostro sobre tu esclavo.
¡Sálvame por tu misericordia!
17 No sea yo avergonzado, oh Yavé, porque te invoco.
 
¡Sean avergonzados los malos,
Bajen en silencio al Seol!
18 Enmudezcan los labios mentirosos
Que hablan insolencias contra el justo con soberbia y desprecio.
 
19 ¡Cuán grande es tu bondad
Que guardaste para los que te temen,
Que obraste para los hijos de los hombres que en Ti confían!
20 En lo secreto de tu Presencia los ocultas de la conspiración del hombre.
En un Tabernáculo los guardarás de las contiendas de lenguas.
 
21 ¡Bendito sea Yavé,
Porque hizo maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada!
22 En mi premura, me dije:
¡Cortado soy de tu Presencia!
Pero Tú oíste la voz de mis súplicas
Cuando clamé a Ti.
 
23 Amen a Yavé ustedes, todos sus santos.
Yavé guarda a los fieles,
Pero retribuye con creces al que actúa con soberbia.
24 Sean esforzados todos ustedes, los que esperan en Yavé
Y tome aliento su corazón.