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Salmo de David
A Ti, oh Yavé, levanto mi alma.
 
¡ʼElohim mío, en Ti confío!
No sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos.
 
Ciertamente ninguno de los que confían en Ti será avergonzado.
Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
 
Muéstrame, oh Yavé, tus caminos,
Enséñame tus sendas.
 
Encamíname en tu verdad y enséñame,
Porque Tú eres el ʼElohim de mi salvación.
 
En Ti espero todo el día.
 
Acuérdate, oh Yavé, de tu compasión y de tu misericordia que son perpetuas.
No te acuerdes de los pecados de mi juventud y de mis transgresiones.
Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,
Por tu bondad, oh Yavé.
 
Bueno y justo es Yavé.
Él muestra el camino a los pecadores.
 
Encamina a los humildes en justicia,
Y enseña a los mansos su senda.
 
10 Todas las sendas de Yavé son misericordia y verdad
Para los que observan su Pacto y sus Preceptos.
 
11 Por amor a tu Nombre, oh Yavé,
Perdonas también mi iniquidad, que es grande.
 
12 ¿Quién es el hombre que teme a Yavé?
Él le enseñará el camino que debe escoger.
 
13 Su alma gozará de bienestar,
Y su descendencia heredará la tierra.
 
14 El secreto de Yavé es para los que le temen.
A ellos hará conocer su Pacto.
 
15 Mis ojos están siempre fijos en Yavé,
Porque Él sacará mis pies de la red.
 
16 Mírame y ten misericordia de mí,
Porque estoy solo y afligido.
 
17 Las angustias de mi corazón se aumentaron.
¡Sácame de mis congojas!
 
18 Mira mi aflicción y mis fatigas,
Y perdona todos mis pecados.
 
19 ¡Mira cómo se multiplicaron mis enemigos,
Y con violento odio me aborrecen!
 
20 ¡Guarda mi alma y líbrame!
No sea yo avergonzado,
Porque en Ti me refugio.
 
21 Integridad y rectitud me guarden,
Porque en Ti espero.
22 ¡Oh ʼElohim, redime a Israel de todas sus angustias!