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Salmo de David
¡Oh Yavé, a Ti clamo, apresúrate hacia mí!
Presta oído a mi voz cuando te invoco.
Que mi oración sea contada como incienso delante de Ti,
El levantamiento de mis manos como la ofrenda de la tarde.
 
Pon, oh Yavé, un guardia sobre mi boca.
Vigila la puerta de mis labios.
No inclines mi corazón a alguna cosa perversa,
Para que haga obras de perversidad
Con hombres que practican iniquidad,
Y no me dejes probar sus golosinas.
 
Que el justo me castigue con bondad
Y me reprenda.
No permitas que el aceite del impío embellezca mi cabeza.
 
Porque aun mi oración está contra las obras perversas.
Sean lanzados sus jueces por las laderas de la peña.
Y oigan mis palabras, porque son agradables.
Como cuando uno ara y rompe la tierra,
Nuestros huesos fueron esparcidos en la boca del Seol.
 
Pero mis ojos están hacia Ti, oh Yavé, ʼAdonay.
En Ti me refugio.
No me dejes indefenso.
Guárdame de las trampas que me tendieron
Y de las trampas de los que cometen iniquidad.
10 Que los perversos caigan en sus propias redes
Mientras yo paso con seguridad.