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El complot
Dos días después se celebraba la Pascua y los Panes sin Levadura. Los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo detenerlo por engaño y asesinarlo. Decían: ¡No en la fiesta! No sea que se produzca un tumulto del pueblo.
La unción en Betania
Cuando Él estaba reclinado en Betania en la casa de Simón el leproso, se acercó una mujer con un frasco de alabastro con perfume de nardo puro muy costoso. Quebró el frasco de alabastro y lo derramó sobre su cabeza.
Algunos que se indignaron decían: ¿Para qué ella hizo este desperdicio de perfume? Porque podría venderse por más de 300 denarios para dar a los pobres. La censuraban.
Pero Jesús dijo: Déjenla. No la molesten, porque buena obra hizo en . A los pobres siempre los tienen con ustedes, y cuando quieran pueden hacerles bien, pero a no me tienen siempre. Hizo lo que tenía disponible. Ungió mi cuerpo con anticipación para la sepultura. En verdad les digo: Dondequiera que se prediquen las Buenas Noticias se contará lo que hizo en memoria de ella.
La traición
10 Entonces Judas Iscariote, uno de los 12, fue a los sumos sacerdotes para entregárselo. 11 Al oír esto, ellos se regocijaron y prometieron darle plata. Y él buscaba una manera conveniente para entregarlo.
La Pascua
12 El primer día de los Panes sin Levadura, cuando celebraban la Pascua, los discípulos le preguntaron: ¿Dónde quieres que preparemos para comer la pascua?
13 Envió a dos de sus discípulos y les ordenó: Vayan a la ciudad, y un hombre que lleva un cántaro de agua los encontrará. Síganlo, 14  y donde entre, digan al señor de la casa que el Maestro dice: ¿Dónde está mi aposento para comer la pascua con mis discípulos? 15  Él les mostrará un gran aposento alto, amoblado y dispuesto. Preparen allí la pascua.
16 Los discípulos fueron a la ciudad. Encontraron como Él les dijo y prepararon la pascua.
17 Al llegar la noche, fue con los 12.
18 Cuando estaban reclinados y comían, Jesús dijo: En verdad les digo que uno de ustedes quien come conmigo, me entregará.
19 Se entristecieron y le preguntaban: ¿Seré yo?
20 Él les contestó: Es uno de los 12, quien moja el pan en el tazón conmigo. 21  En verdad, el Hijo del Hombre sigue adelante, como está escrito de Él. Pero, ¡ay de aquél hombre quien entrega al Hijo del Hombre! Le sería mejor no haber nacido.
La cena del Señor
22 Mientras comían, Jesús tomó un pan, dio gracias, lo partió y dijo: Tomen, esto es mi cuerpo.
23 Después de tomar una copa y dar gracias, les dio, y todos bebieron de ella. 24 Y dijo: Esto es mi sangre del Pacto que es derramada por muchos. 25  En verdad les digo: Que de ningún modo beba Yo más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.
26 Después de cantar un himno salieron hacia la Montaña de Los Olivos.
Anuncio de la negación de Pedro
27 Jesús les dijo: Todos ustedes serán conturbados, porque está escrito:
Heriré al Pastor, y las ovejas serán dispersadas.
28  Pero después de ser resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.
29 Entonces Pedro le dijo: Si todos son conturbados, ciertamente yo no.
30 Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy, esta noche, antes que un gallo cante dos veces, me negarás tres veces.
31 Pero Pedro insistía: Aunque sea necesario morir contigo, de ningún modo te negaré. Y lo mismo decían todos.
Entrada en Getsemaní
32 Entonces fueron a un sitio llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: Siéntense aquí, hasta que Yo hable con Dios.
33 Tomó con Él a Pedro, Jacobo y Juan. Entonces se entristeció y se angustió. 34 Les dijo: Mi alma está profundamente afligida hasta la muerte. Quédense aquí y velen.
35 Después de ir un poco adelante, se postraba en tierra y hablaba con el Padre. Pedía que si fuera posible, pasara de Él aquella hora. 36 Y decía: ¡Abba! que significa Padre. ¡Todas las cosas son posibles para Ti! ¡Aparta de esta copa! Pero no lo que Yo quiero, sino lo que quieras.
37  Jesús volvió y los halló dormidos, y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No tuviste fuerzas para velar una hora? 38  Velen y hablen con Dios para que no entren en tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
39 Fue otra vez y dijo las mismas palabras. 40 Al regresar otra vez, los halló dormidos, porque sus ojos estaban pesados, y no sabían qué responderle.
41 Volvió la tercera vez y les dijo: Duerman y descansen lo que resta. ¡Es suficiente! Llegó la hora. Ya el Hijo del Hombre es entregado en las manos de los pecadores. 42  ¡Levántense! Vamos. Miren, el que me entrega se acerca.
El arresto del Señor Jesús
43 Al instante, mientras aún Él hablaba, llegó Judas, uno de los 12, acompañado por una turba con espadas y garrotes enviados por los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos.
44 El que lo entregaba les dio una señal: Es Aquel a Quien yo bese. Arréstenlo y llévenlo bajo guardia. 45 De inmediato, se acercó Judas y le dijo: ¡Maestro! Y lo besó aparatosamente.
46 Entonces le pusieron las manos encima y lo arrestaron. 47 Pero uno de los presentes sacó la espada, atacó al esclavo del sumo sacerdote y le amputó la oreja.
48 Jesús les preguntó: ¿Como contra un bandido salieron con espadas y garrotes a detenerme? 49  Cada día estaba con ustedes y enseñaba en el Santuario, y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.
50  Todos lo abandonaron y huyeron.
51 Un joven lo seguía cubierto con una sábana. Y lo arrestaron, 52 pero él soltó la sábana y huyó desnudo.
Ante el Tribunal Supremo de los judíos
53 Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote. Allí se reunieron todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54 Pedro lo siguió de lejos, hasta el patio del sumo sacerdote, y se sentó con los guardias para calentarse junto al fuego.
55 Los principales sacerdotes y el Tribunal Supremo buscaban testigos contra Jesús para asesinarlo, pero no los hallaban. 56 Porque muchos daban falso testimonio contra Él, pero los testimonios no eran iguales. 57 Algunos que dieron falso testimonio contra Él dijeron: 58 Nosotros lo oímos cuando dijo: Yo destruiré este Templo hecho por manos humanas, y en tres días edificaré otro no hecho por manos. 59 Pero aun así su testimonio no coincidía.
60 El sumo sacerdote se levantó y preguntó a Jesús: ¿Nada respondes a lo que testifican contra ti?
61 Pero Él guardó silencio y nada respondió.
El sumo sacerdote le preguntaba otra vez: ¿Eres el Cristo, el Hijo del Bendito?
62 Jesús respondió: Yo soy. Verán al Hijo del Hombre sentado a la mano derecha del Padre* y que viene en las nubes del cielo.
63 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus ropas y dijo: ¿Qué necesidad tenemos de testigos? 64 Ustedes oyeron la blasfemia. ¿Qué les parece?
Y todos ellos lo declararon reo de muerte. 65 Algunos comenzaron a escupirlo, a cubrirle el rostro, a darle puñetazos y a decirle: ¡Profetiza! También los alguaciles lo recibieron a bofetadas.
La negación de Pedro
66 Mientras Pedro estaba abajo en el patio, apareció una de las esclavas del sumo sacerdote. 67 Cuando vio que Pedro se calentaba, lo miró fijamente y le dijo: ¡ también estabas con Jesús de Nazaret!
68 Pero él negó: No ni entiendo lo que dices. Y salió a la puerta.
69 Al verlo otra vez, la esclava repitió a los presentes: ¡Éste es uno de ellos! 70 Pero él negó otra vez.
Un poco después, los que estaban presentes dijeron otra vez a Pedro: ¡Verdaderamente eres de ellos, pues también eres galileo!
71 Y él juró con maldición: ¡No conozco a este Hombre de Quien ustedes hablan!
72 Enseguida el gallo cantó por segunda vez, y Pedro se acordó de lo que Jesús le dijo: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Reflexionó y lloraba.
* 14:62 Lit. Poder.