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1 Entonces Tobías respondió y le dijo: “Padre, haré todo lo que me has mandado.
2 ¿Pero cómo podría recibir el dinero, ya que no lo conozco?”
3 Le dio la escritura y le dijo: “Busca a un hombre que vaya contigo y le daré un sueldo, mientras yo viva; ve y recibe el dinero.”
4 Fue a buscar a un hombre y encontró a Rafael, que era un ángel;
5 y no lo conocía. Le dijo: “¿Puedo ir contigo a Rages de Media? ¿Conoces bien esos lugares?”
6 El ángel le dijo: “Iré contigo. Conozco bien el camino. Me he alojado con nuestro hermano Gabael”.
7 Tobías le dijo: “Espérame y se lo diré a mi padre”.
8 Le dijo: “Ve, y no esperes. Entró y dijo a su padre: “He encontrado a alguien que me acompañará”.
Pero él dijo: “Llámenlo para que yo sepa de qué tribu es, y si es un hombre digno de confianza para ir con ustedes”.
9 Así que le llamó y entró, y se saludaron mutuamente.
10 Y Tobit le dijo: “Hermano, ¿de qué tribu y de qué familia eres? Dímelo”.
11 Le dijo: “¿Buscas una tribu y una familia, o un asalariado que vaya con tu hijo?”
Y Tobit le dijo: “Quiero saber, hermano, tu parentela y tu nombre”.
12 Y dijo: “Yo soy Azarías, hijo de Ananías el grande, de tu parentela”.
13 Y le dijo: “Bienvenido, hermano. No te enfades conmigo, porque he procurado conocer tu tribu y tu familia. Eres mi hermano, de un linaje honesto y bueno; pues conocí a Ananías y a Jatán, hijos de Semaías el grande, cuando íbamos juntos a Jerusalén a adorar, y ofrecíamos los primogénitos y las décimas de nuestros ingresos; y no se extraviaron en el error de nuestra parentela. Hermano mío, tú eres de una gran estirpe.
14 Pero dime, ¿qué salario debo darte? ¿Una dracma al día, y lo necesario para ti, como para mi hijo?
15 Y además, si ambos volvéis sanos y salvos, añadiré algo a vuestro salario”.
16 Y así lo acordaron. Y le dijo a Tobías: “Prepárate para el viaje. Que Dios te prospere”. Así que su hijo preparó lo necesario para el viaje, y su padre le dijo: “Ve con este hombre; pero Dios, que habita en el cielo, prosperará tu viaje. Que su ángel te acompañe”.
Entonces ambos partieron, y el perro del joven se fue con ellos.
17 Pero Ana, su madre, lloró y dijo a Tobit: “¿Por qué has despedido a nuestro hijo? ¿No es él el bastón de nuestra mano, al entrar y salir delante de nosotros?
18 No seas avaro para añadir dinero al dinero, sino que sea como basura comparado con nuestro hijo.
19 Porque lo que el Señor nos ha dado para vivir nos basta”.
20 Tobit le dijo: “No te preocupes, hermana mía. Volverá sano y salvo, y tus ojos lo verán.
21 Porque un ángel bueno irá con él. Su viaje será próspero, y volverá sano y salvo”.
22 Entonces dejó de llorar.